En un nuevo episodio de «La Clave del Éxito», los anfitriones Óscar Cáceres y Cynthia Ordóñez, expertos en coaching y programación neurolingüística, conversaron con Ricardo Corvalán sobre su fascinante trayectoria profesional y personal. Corvalán, quien dejó una prometedora carrera en ingeniería civil metalúrgica para convertirse en profesor, compartió cómo descubrió la antroposofía y la pedagogía Waldorf, y cómo estas disciplinas transformaron su percepción de la vida, la educación y las matemáticas.
El desafío de encontrar un propósito
Ricardo Corvalán relató que, a pesar de su éxito profesional en una industria demandante como la minería, sintió una profunda crisis de sentido en la cúspide de su carrera. Tras años de rutina, se cuestionó el propósito de su día a día y, con el nacimiento de su hijo, su perspectiva se amplió, llevándolo a explorar la antroposofía para entender la educación y el desarrollo del ser humano.
- De la ingeniería a la cafetería: Impulsado por el deseo de conectar con las personas, Corvalán abandonó su trabajo y abrió una cafetería llamada «Café Vivo» en Ñuñoa, Santiago. Este nuevo emprendimiento le permitió vivir de una manera más social y auténtica, un cambio que lo llevó a su siguiente vocación.
- La conexión con la pedagogía Waldorf: En su cafetería, Ricardo comenzó a recibir a profesores Waldorf. A medida que su hijo también se integraba a un jardín con esta pedagogía, él descubrió que la pedagogía Waldorf se basa en la antroposofía, una doctrina filosófica que ya estaba estudiando. Este fue un momento decisivo para él, un «clic» que lo llevó a incursionar de lleno en la enseñanza.
Antroposofía: una nueva forma de ver al ser humano
Ricardo explicó que la antroposofía es una doctrina filosófica que redefine la comprensión del ser humano. A diferencia de la visión tradicional que lo considera una amalgama de materia, pensamientos y sentimientos, la antroposofía sostiene que el ser humano está compuesto también por un alma y un espíritu, entidades que a menudo se confunden, pero que son fundamentalmente diferentes.
- Alma y espíritu: El alma se relaciona con los deseos, los placeres y el disgusto, comandando las decisiones de «querer o no querer». El espíritu, por otro lado, es una entidad «más eterna» que se manifiesta como una intuición o un «soplido de arriba» que guía a la persona hacia lo que «tiene que hacer».
El valor de las matemáticas desde la pedagogía Waldorf
Como profesor de geometría en la escuela Waldorf, Ricardo enfatizó que el objetivo de enseñar matemáticas no es solo que los niños aprendan, sino que las amen. Él explicó que la enseñanza debe adaptarse a la etapa evolutiva del niño, ya que, según Rudolf Steiner, el ser humano revive las etapas de la humanidad entre los 7 y los 14 años.
- Matemáticas con propósito: La matemática tradicional, que se enseña a través de fórmulas y repetición, priva a los niños de su belleza. En contraste, el método Waldorf busca que los niños descubran la matemática en la naturaleza y la historia, vinculándola a cuentos y experiencias que resuenan con su etapa de desarrollo. Por ejemplo, en quinto básico, se exploran las matemáticas a través de la belleza y armonía de la Grecia clásica, mientras que en sexto, se abordan las proporciones y porcentajes vinculados a la cultura romana.
- Más allá de la universidad: Corvalán argumentó que el verdadero valor de las matemáticas no radica en la aplicación de fórmulas en la vida diaria, sino en la lógica y el pensamiento abstracto que su estudio desarrolla. Este esfuerzo mental ayuda a los jóvenes a responder preguntas fundamentales como “¿quién soy yo?”, proporcionando una base sólida para su autoestima y seguridad personal.
Un llamado a la acción
Para Ricardo, el éxito es levantarse cada mañana con un propósito y amor por la vida, entendiendo que el dinero es solo una consecuencia y no el objetivo.
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