Vivimos una época en la que en nuestro trabajo hacemos fundamentalmente dos cosas: pensar y conversar.
La cantidad de tiempo desperdiciado cuando pensamos es enorme. Existen estudios que demuestran que el 50% del tiempo en que supuestamente estamos pensando, en verdad estamos divagando. Si a ello le sumamos la enorme cantidad de tiempo que ocupamos en gestionar nuestra bandeja de correo electrónico, el tema se hace aún más crítico.
Sin embargo, lo realmente dramático está en los momentos en que tenemos que conversar; en las reuniones. Es ahí en donde se ponen a prueba las competencias para coordinar de manera impecable nuestras acciones. Y ellas están directamente relacionadas con nuestras prácticas de lenguaje y dependerá de lo preciso de nuestro conversar la efectividad para alcanzar nuestros objetivos.
Es probable que el siguiente diálogo te suene familiar:
A- Bueno, aquí estamos frente aun tema que hay que tratar de resolver…
B- Si, yo sería de la idea de tirar a la mesa todas nuestras ideas y bueno, ver cual es la mejor…
A- Sería bueno que Carlos liderara este tema…
C- No tengo problema pero sería bueno que todos le pusieran todo el empeño posible para que esta vez las cosas salgan de la mejor forma…
A- Ok, veamos como resulta. Carlos, tu quedas con este tema!
C- Si, no hay problema, yo lo veo.
Esta situación, aunque ficticia, es muy recurrente y tiene una serie de “virus conversacionales” que lo único que logran es entrampar el fluir de un equipo. Podríamos decir que los personajes y este equipo ficticio no saben conversar y eso tiene un impacto directo en nuestra productividad de equipo.
Veamos brevemente cuáles son los tipos de «virus conversacionales» más recurrentes en nuestras reuniones de equipo (cuidado que estos pueden estar presentes aun con más intensidad en las conversaciones de pareja e incluso con nuestros hijos):
CONVERSACIONES PARALIZANTES
Conversaciones con frases inconducentes y palabras paralizantes como por ejemplo: tratar, intentar, pretender. Y expresiones en condicional: «yo diría», «me atrevería», «yo sería de la idea», etc.
CONVERSACIONES SIN SENTIDO
Conversaciones con estructuras de frases mal formadas semánticamente, es decir, que no tienen sentido alguno y más bien confunden a quien escucha, como por ejemplo: «Este tema me tiene complicado», «esta situación es difícil»,» poner todo el empeño», «tirar las ideas a la mesa», etc.
CONVERSACIONES DE EXCUSAS
Conversaciones tendientes a no responsabilizarse por los resultados que cada uno obtiene y trasladar la responsabilidad a factores externos. Este tipo de conversaciones impiden un accountability adecuado; algunos ejemplos: «que las cosas salgan de la mejor forma», «los resultados no se dieron», «la comunicación está fallando», «se cayó el sistema», «las ventas se fueron al suelo», etc.
En los próximos newsletters ahondaremos en estos virus conversacionales que pueden llegar a ser tan letales como para impactar la productividad de un equipo, sus resultados y su rentabilidad.