Tuve la oportunidad de estar por una semana fuera de Chile, en Perú específicamente en una zona al norte de ese país, con un programa de talleres para supervisores de una compañía minera. El ambiente estaba convulsionado por una dilatada entrega de los resultados finales de una estrecha elección presidencial y una nueva frustración deportiva al empatar la selección de futbol en un partido inicialmente victorioso con Ecuador.
El lugar era aislado y puse mi mirada en nuestro país, intentando observar los acontecimientos que tanto nos han golpeado, desde lejos, a la distancia, como un observador diferente. Veía en la televisión local las insólitas escenas de “encapuchados” destruyendo una imagen religiosa lo cual, desde la mirada del observador externo, se me aparecía como un símbolo inequívoco de una pérdida absoluta del respeto de una sociedad que tradicionalmente se ha declarado respetuosa de los derechos de los demás. No podía evitar recordar los hechos que una y otra vez nos recuerdan que estamos en una crisis profunda; corrupción, desprestigio de la clase política, confusión, violenta delincuencia, contracción económica y una profunda desesperanza que amenaza con quedarse por un buen tiempo en el alma de nuestros compatriotas. Esto contrastaba con la euforia y la esperanza que para gran parte de los peruanos significaba tener un nuevo Presidente y la posibilidad de avanzar.
En este contraste, recordaba aquella historia en la cual se muestra la diferencia que significa meter una rana en una olla con agua hirviendo y ver saltar de dolor hacia fuera de la olla al pequeño animal versus, poner a la rana en la olla con agua fría y hacerla hervir…lentamente. Lo mas probable es que la rana ni siquiera se de cuenta cuando ya se encuentre cocida y por supuesto sin vida.
¿No será que estamos todos en una olla que comienza a hervir lentamente y no nos damos cuenta? ¿No estaremos experimentando el dolor que significa comenzar a quemarse y ser incapaces de percibir el real peligro?
He querido dejar esta noche previa al envío de este artículo y recién arribado de vuelta a mi querido país, esta reflexión con la esperanza de que tomemos conciencia de la sociedad que estamos construyendo (o que estamos permitiendo construir). No he podido evitar sentir al volver el dolor de lo que arde, de lo que quema y eso me ha llevado a escribir, con la esperanza de que tomemos conciencia y que, desde nuestros propios espacios, seamos capaces de aportar para poder lograr apagar la llama de la autodestrucción y construir de verdad la sociedad que queremos para nuestros hijos.
Les deseo una hermosa semana y les espero el Miércoles junto a Edgardo Vogel en una entrevista imperdible a Rodrigo Romo, en radio Universidad de Chile 102.5 FM y a las 12:00 nuestra ya acostumbrada reflexión en nuestra radio On Line Vida Top a las 12:00 hrs.