Le preguntaba hace poco a un amigo que vive desde hace algún tiempo en los Estados Unidos, cómo lo hacía para trasladarse en las autopistas de la ciudad y no perderse puesto que, para el conductor no entrenado, resulta realmente una hazaña poder transitar en esos verdaderos laberintos urbanos. Me comentó que su aliado inseparable es el GPS; ese curioso aparatito que cuando le “cargas” con precisión la información de tu destino, te guía por la ruta correcta hasta llegar a él. Si el destino no es lo suficientemente preciso, el aparato te entrega opciones para operar de manera efectiva y si por alguna razón durante la ruta, te equivocas en las instrucciones, el GPS inmediatamente recalcula sin perder de vista que lo importante es el destino.
Al observar el funcionamiento de estos dispositivos, no cabe duda que fueron concebidos por la mente humana, a imagen y semejanza de la forma en que debiéramos funcionar cuando de lograr nuestros destinos en la vida se trata.
Sin embargo y curiosamente, cuando pensamos en nuestro futuro, no pensamos como un GPS; por lo general somos ambiguos en decidir donde queremos estar en aquella parte del tiempo que llamamos futuro, no somos precisos y en el peor de los casos, argumentamos que lo importante es “vivir el presente”, dejando que literalmente nuestras vidas deambulen sin destino cierto, a la suerte de las circunstancias.
Existen por otra parte personas que “cargan” sus GPS con la información de los lugares a los cuales no quieren llegar. Expresiones tales como ”no quiero que me pase esto”, o no quiero terminar de esta forma” son claros ejemplos de como no debemos utilizar nuestra mente porque corremos el riesgo de llegar a donde no queremos puesto que nuestra mete, al igual que un GPS, obedece instrucciones.
Utilizar nuestro GPS implica tener claridad en todo momento hacia donde queremos transitar en nuestra vida, definir con claridad nuestras visiones y objetivos de tal manera de “cargar” con la información precisa a nuestra mente respecto de nuestro destino, y lanzarnos por las rutas que nuestra mente o nuestra intuición nos señalen. Lo relevante es mantener en todo momento las imágenes precisas de lo que va a ocurrir en el momento en que lleguemos a destino; observar esas imágenes como una verdadera película, con claridad y detalles pues, el configurar esas imágenes de destino en nuestra mente es el equivalente a moverte en la ruta con la sensación de que el destino ya esta trazado. A eso le llamo “pensar desde el final”.
Cuando uno tiene claro el destino y ya lo ha cargado en su GPS personal, siempre es útil definir los aspectos relevantes que te permitirán mantener siempre en tu mente tu destino. A eso le llamamos “focos estratégicos” que son los faros que en definitiva alumbrarán la ruta y nos permitirán mantener nuestra mente en el propósito.
Existen ciertas preguntas que nos podemos hacer con el objeto de chequear si nuestra definición del destino que queremos esta bien planteado y que podemos utilizar en nuestro diálogo interno a la manera de un check list:
– ¿Cómo sabré que habré llegado a mi objetivo?
– ¿Qué veré, que oiré y que sentiré cuando haya llegado a mi destino?
– ¿Qué estará ocurriendo cuando haya llegado a mis objetivo?
Pensar desde el final es la estrategia de los líderes para plasmar en la realidad lo que desean y por supuesto, corresponde a las estrategias de pensamiento de las Personas Extraordinarias que muestran permanentemente tener Visión y Convicción, y una particular tendencia a la acción pues sin acción, ninguna estrategia de pensamiento finalmente, generará los resultados esperados.
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