El connotado actor y coach americano Will Smith sentenciaba hace algún tiempo en algunas de sus conferencias: “los seres humanos compramos cosas que no necesitamos con dinero que no tenemos para impresionar a personas a las cuales no les importamos”.
En un interesante reciente trabajo denominado “Nueva segmentación socio económica de Chile”, queda al descubierto una realidad que nos corroe como sociedad; un 78% de la población de nuestro país se considera de “clase media” siendo que la nueva categorización ubica al sector medio-medio en un 36%. Esto no necesariamente significa que sea cierto pero revela una tremenda necesidad de gran parte de nuestra población de “sentirse mas de lo que es”. Se trata efectivamente de un estrato mas bien transversal que presenta como característica común, un tremendo deseo aspiracional que implica no volver nunca mas a la experiencia de la carencia y la pobreza de la cual un porcentaje importante de este estrato proviene, o el deseo de ingresar al mundo de los poderosos, de los que ostentan seguridad al menos en el ámbito financiero; los que habitan en casas de ciertos acomodados sectores y conducen automóviles que muestran status y esto, solo con el oculto ánimo de obtener reconocimiento social de aquellos que representan lo que anhelan.
Esos deseos aspiracionales por lo general se enfrentan con la cruda realidad de un empleo sin proyecciones, de una carga económica que implica hacerse cargo de esta aspiración en familia, con la “mochila” que muchas veces significa ser el proveedor de familiares y parientes para aparentar lo que no somos en una especie de loca carrera por mantener estas mascaras insostenibles.
Es que necesitamos la aprobación de aquellos que son importantes en nuestra aspiración. Queremos pertenecer a sus mismos grupos sociales, a adoptar sus mismos quehaceres, a beber los mismos vinos y a vestir las prendas que sin disimular, muestran las marcas que supuestamente nos acercan a este mundo ideal.
Para esto, el sistema financiero es nuestro aliado. Cooperan con nosotros al entregarnos productos “Premium” y tarjetas “black” y con ello, hacernos sentir como clientes preferentes. Nos endeudamos sin titubear para estar mas cerca; nos vamos de vacaciones a Cancún con créditos a 36 meses, nos vamos a los mismos supermercados con la esperanza encontrarnos con nuestros jefes, matriculamos a nuestros hijos en colegios con nombres gringos y adquirimos los mismos temas de conversación de nuestros referentes pero, en la quietud de nuestras almohadas nos damos cuenta que vivimos una realidad que no es la nuestra. Hemos perdido paz, deterioramos nuestras relaciones y comenzamos a sufrir por el tremendo temor a perder aquello que nunca tuvimos.
Hemos entrado en la trampa de aparentar lo que no somos a un costo inimaginable. Nuestro endeudamiento puede llegar a 10 o 15 veces nuestro ingreso y el agobio nos da la bienvenida a su Reino. Hemos perdido el foco y ya no somos felices y quizás, nunca lo fuimos.
La vida me ha enseñado con dureza que, la coherencia, la prudencia y la libertad de las presiones autoimpuestas son las verdaderas vías que conducen a la paz interior y que la única forma de lograr avanzar en nuestro bienestar económico, es cambiando lo que creemos y por lo tanto lo que hacemos y que la clave esta en poner foco en nuestro sueños y no en la aprobación de personas a las que seguramente, ni siquiera les importamos.
Les envío un saludo afectuoso y por supuesto, la invitación es a compartir con nosotros este Miércoles en VIDA TOP a las 12:00 horas y en Conversando en Positivo en Radio Universidad de Chile 102.5 FM, a las 18:00 horas.