Como en toda época, hay términos emergentes en el mundo del management que comienzan a instalarse como una tendencia, pero sin que sepamos el verdadero alcance de estos.
En mi opinión, esto ha ocurrido desde hace algunos años con el término “engagement”, particularmente una vez que Martin Seligman lo estableciera como una las variables del modelo PERMA, que habla sobre bienestar y felicidad.
Una primera traducción de este término al español, nos lleva al concepto de compromiso. Sin embargo, las investigaciones de Mathew Killingsworth con respecto al mismo tema nos lleva a una aproximación diferente: “engagement” es equivalente a involucramiento; una acepción que nos acerca más al concepto de alerta y conectividad con lo que hago o con las personas que interactúo.
Efectivamente, los seres humanos cuando realizamos alguna actividad en nuestra vida tenemos siempre dos opciones: estamos en “engagement” o estamos divagando. En este contexto, entendemos el divagar como el “tener nuestra mente, pensamientos o ideas diferentes a aquello que realizo o de la escucha que puedo estar teniendo con otras personas”.
De esa forma, las personas podemos divagar frente a lo que hacemos o podemos divagar cuando estamos con otras personas, en una reunión, un seminario, o simplemente una conversación con otro. No obstante, cuando divagamos en un equipo de trabajo, afectamos la conectividad del equipo y por lo tanto su desempeño. Cuando divagamos en una conversación con alguien, afectamos la conectividad con esa persona, la escucha y por lo tanto, la efectividad de la conversación que estamos sosteniendo.
Los hallazgos de Killingsworth son realmente reveladores. En promedio, el nivel de divagación de un ser humano en sus actividades cotidianas es de un 42%. El nivel de divagación de una persona es su trabajo, es en promedio cercano al 50%. Podremos inferir el impacto que esto tiene en la productividad de los equipos.
En promedio, el nivel de divagación de los participantes en una reunión de un equipo de trabajo es de un 40%, lo que tiene un impacto determinante en la productividad de ese equipo.
Es el investigador Marcial Losada quien ha logrado demostrar en sus investigaciones de laboratorio, que la energía puesta en el “engagement” de un equipo de trabajo, impacta directamente en la conectividad de ese equipo y por lo tanto en su productividad. El mayor nivel de divagación de los seres humanos ocurre en nuestras duchas, pudiendo llegar a un 75%.
Por otra parte, nuestras propias investigaciones han dado señales poderosas respecto del impacto del nivel de divagación de los trabajadores en trabajos de alto riesgo en la accidentabilidad de estos mismos. Es por esto que nuestros modelos de intervención consideran como fundamental el entrenamiento de las jefaturas en algo que hemos denominado: entrenamiento en terreno. Este busca disminuir los niveles de divagación de los trabajadores en su lugar de trabajo. Ahí recién adquiere sentido aquello que llamamos “liderazgo visible”.
Finalmente, otra de las conclusiones -más reconfortante- muestran que el menor nivel de divagación que han mostrado las personas sujetas a estas investigaciones se observa al tener sexo, pudiendo llegar a un máximo de un 10%. Por lo tanto, a disfrutar del involucramiento al menos en nuestros momentos mas íntimos.
¡Hasta el próximo lunes!