Oscar Cáceres
RESET - Mentoría para el éxito

El cancer de la indolencia organizacional

El cáncer de la indolencia organizacional

Hace ya cuarenta años, Warren Bennis, uno de los más influyentes escritores en materia de Liderazgo de la época, hacía mención en uno de sus tratados, a un estudio realizado por el “Public Agenda Forum” en los Estados Unidos, en la fuerza laboral no gerencial de diversas compañías. Los resultados eran en esa época inquietantes:

  • Menos de uno de cada cuatro trabajadores decía que estaba trabajando a plena capacidad.
  • La mitad dijo que “no se esforzaba más de lo necesario para seguir conservando el empleo”.
  • Una abrumadora mayoría, 75%, dijo que podría desempeñarse mejor de lo que lo estaba haciendo.
  • 6 de cada 10 dijeron que “no trabajaban tanto como solían hacerlo”.

Mas inquietante aún era el hecho de que la tendencia indicaba claramente que estas brechas aumentaban. Se comenzaba a hablar de una verdadera ética del trabajo y se deslizaban las primeras ideas relativas que apuntaban a que estas brechas de compromiso eran el resultado de una incompetencia de gerentes y supervisores para inspirar, comunicar y transmitir visión, significado y empuje…

Ha pasado el tiempo y en mi opinión el problema no sólo no se ha resuelto, sino que se ha agudizado. La asfixiante idea de las “ruedas cuadradas”, reconocida incluso por los mismos trabajadores, es una de las tantas muestras de que estas competencias de liderazgo siguen ausentes.

La situación es tan profundamente inquietante hoy, que no es difícil encontrar conductas de supervisores e incluso ejecutivos, haciendo gala de sus habilidades para ir con “freno de mano”.

Los esfuerzos desde la academia han sido voluminosos mas no por ello efectivos. Directivos de distintos rangos, acuden a las escuelas de administración en busca de algún MBA o diploma, con la ilusa idea de encontrar la mágica transformación y solo han acumulado conceptos e ideas de “como emerger como un líder inspirador”

El problema ha penetrado en las raíces profundas de la psique colectiva de nuestras organizaciones, muchas veces acompañado con el ya clásico chilenismo “no estoy ni ahí”. La frase ha hecho metástasis en nuestras organizaciones requiriendo de nuestros líderes, esfuerzos cada vez más titánicos para inspirar y lograr la peregrina idea del “fuerte interés” o como le llaman en otras latitudes “engagement”.

No crean mis amigos que me invade una nube de pesimismo, sino que para aquellos que siguen renegando contra las mal llamadas “tecnologías blandas”, quizás sea el momento de indagar y comprender que el verdadero significado de la transformación de ser un jefe a ser un líder no es una cuestión meramente intelectual; requiere de destrezas que emergen desde las más profundas comprensiones.

Estamos siendo testigos de esta verdadera decadencia de la cual por supuesto, algún grado de responsabilidad hemos tenido. No se trata de generaciones “distintas” ni de que el mundo ha virado a jóvenes no comprometidos, asumiendo como normal que hoy con suerte, un profesional se mantiene un año en un cargo, o poner en jaque a las áreas de recursos humanos para sugerir soluciones. No, hemos sido nosotros desde nuestros diferentes roles los que hemos estimulado (y a veces hemos sido modelos) del desastroso “no estoy ni ahí” de nuestras últimas generaciones.

Creo que aún estamos a tiempo, aunque el desafío sea monumental. Claridad de propósitos, visiones inspiradoras, significado movilizador y una gran capacidad comunicacional parecieran ser los pilares de lo que, a juicio de este humilde servidor, es la salida a un problema que requiere de cirugía mayor.

Recuerda medir tu propio nivel de excelencia y auto diagnosticar que tanto este virus del “no estoy ni ahí”, está presente en tu vida . y por supuesto, nuestro EPM® MASTERY de mayo, disponible para aquellos que quieran inmunizarse de la mediocridad circundante.

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