Una de las creencias más poderosas que permanece a nivel inconsciente en el colectivo de una sociedad como la nuestra, es aquella relacionada con la idea de que el trabajo es un martirio, es algo ineludible que llega en algún momento a nuestras vidas y que nos hace detestar lo que hacemos, tolerar a nuestros jefes y compañeros y muchas veces, descargar nuestra ira con los que exigen ser atendidos de una manera afable y cordial; los clientes.
Los orígenes de esta creencia tan arraigada pueden ser diversos y se encuentran arraigados en lo más profundo de nuestra psique colectiva; interpretaciones religiosas, resentimientos sociales o sencillamente aprendizajes heredados de nuestras familias y grupos de influencia.
Debo indicar que este verdadero síndrome de aversión al trabajo suele ser transversal aunque bastante más soterrado en grupos de profesionales y ejecutivos de alto nivel, pues en ese nivel pudiese ser “mal mirado” el explicitar con tanta vehemencia como en otros grupos, esa conocida sensación de tener “tolerar lo inevitable” para poder obtener el sustento que nos permite tener y mantener el nivel de vida al que nos hemos acostumbrado.
Lo relevante de esta verdadera “programación mental” son los efectos que produce en cada uno de nosotros y en los ambientes laborales en los cuales nos desempeñamos. Enumero a continuación algunos síntomas que son comunes cuando somos presas de este verdadero “virus mental”. Si sientes que alguno de ellos te identifica, es probable que seas presa de este virus que como todos, trae sufrimiento e infelicidad a nuestras vidas:
1. Depresión del Domingo en la tarde.
Después de la hora de almuerzo dominguero, nos empieza a invadir una terrible sensación de tristeza y melancolía la que, se agudiza a medida que pasa la tarde y llega la noche y sobre todo cuando comenzamos a pensar en el día que se nos viene.
2. Letargo y somnolencia los días Lunes y alegría inusitada los días Viernes.
Curiosamente el día Lunes es el día en que debiéramos estar con más energía después del reparador descanso del fin de semana y el viernes exhaustos por lo vivido durante cinco días. Suele ser al revés es más, somos capaces de vivir intensas actividades sociales los Viernes en la noche y nuestra energía esta al tope.
3. Saturación y desencanto con las personas con las que trabajo
Comienzo a sentir una extraña mezcla de aversión y saturación al interactuar con mis jefes y compañeros de trabajo. Siento que mi jefe pierde el tiempo, habla sandeces y las conversaciones de pasillo son cada día más inútiles. Me siento “chato”
4. Mi escape en la red
Intento por todos los medios posibles de chatear lo máximo que pueda y acceder a las redes sociales como una forma de escape. navego sin sentido por la red tratando de contar los minutos para termine el día.
5. Irritación y stress
En mi hogar se me percibe cada día con más fuerza irritable y de la humor sin haber razón especifica. Experimento dolores de cabeza y cansancio fuera de lo común.
6. Me aíslo
Evito en la medida de lo posible el contacto con otros. Siento que sencillamente es detestable el aguantar reuniones interminables y sin sentido que poco o nada aportan finalmente al trabajo
7. El cliente es mi escape
Cada vez que tengo la oportunidad de interactuar con los clientes de la empresa, vuelco mi ira con ellos. Los tramito innecesariamente, les hago sentir que no son los únicos que sufren con esta compañía, los incomodo y finalmente los trato mal. En el caso de los clientes internos suele ser muy similar.
Creo amigos y amigas que los desafíos de las áreas de “Personas” de nuestras organizaciones son cada día más complejos y requerimos por lo tanto profesionales capaces de instalar culturas positivas y de entusiasmo, en donde se deslice la idea de que el trabajo es una vía de desarrollo y crecimiento personal, y no un castigo impuesto.
Sin duda nos falta muchísimo por avanzar para llegar a este tipo de culturas. No estamos entrenado para esto, sobretodo cuando nosotros mismos somos presas de este virus letal
Hoy comenzamos un nuevo año laboral en donde esta sensación de melancolía sea aún más intensa y por lo tanto el desafío es salir de ese estado, preguntarnos si nuestro trabajo es realmente el lugar donde queremos estar y si no es así, tomar acción pues, al menos yo creo que la Vida es mu corta para desperdiciarla.
Un buen año para todos y recuerden:
Marzo 25, Encuentros Inspiracionales acompañado esta vez con Eli de Caso.
Abril 23, 24 y 25, Mastery EPM en Santiago de Chile (2ª versión).