Un padre le pide a su pequeño hijo que se haga cargo de mantener el pasto del jardín limpio y ordenado; a cambio, el pequeño recibiría su ingreso semanal y el reconocimiento de su padre por el trabajo bien hecho.
Un día, al llegar a la casa, notó que el pasto estaba sin limpiar y desordenado, por lo que le preguntó al pequeño qué había ocurrido. El niño comenzó a explicar todo lo que había hecho: “Busqué el rastrillo por toda la casa, pero no lo pude encontrar; hice funcionar la cortadora, pero no arrancó. Papá, hice todo lo pude pero no fue suficiente…”.
En realidad, lo que hizo fue reportar sus actividades y no resultados. Eso es lo que normalmente hacemos en las reuniones de reporte. No asumimos la responsabilidad de lo que nos comprometimos a realizar, sino que nos limitamos a explicar por qué no lo logramos.
La responsabilidad es la habilidad para responder frente a las promesas que hacemos, la capacidad de responder y no de explicar por qué no fuimos capaces de cumplir con nuestros compromisos.
El accountability, probablemente dentro de las competencias clave, es la más valorada; no solamente en los altos cargos ejecutivos, sino en todos.
Pero ¿qué es accountability? Se trata de la capacidad de hacerse cargo de nuestro desempeño, sea este bueno o malo. Consiste en rendir cuentas de las responsabilidades asumidas y hacernos cargo de los resultados. Y esto es precisamente lo que esperan nuestros jefes o accionistas, cuando estamos en el día a día trabajando.
Aquí detallamos algunas preguntas para que tengas claro si estás realizando un accountability de actividades o de resultados:
¿Llamé varias veces al cliente, pero no lo encontré o hice la venta? ¿Construí el informe y agregué todo lo solicitado o logré la subvención? ¿Realicé todas las actividades que me solicitaron o logré cumplir el objetivo?