Suponga por un instante que usted es evaluado para integrar un equipo de trabajo en la Compañía de sus sueños. Un evaluador le pide que hable de usted; ¿dónde pondría el foco para resumir su perfil?
– ¿En su trayectoria académica, sus títulos y post grados?
– ¿En contar lo que usted es capaz de realizar considerando los desafíos de ese atractivo empleo?
– ¿En resumir sus logros, lo que ha hecho y como eso ha aportado al logro de los desafíos a los que se ha visto expuesto en sus trabajos anteriores?
Por alguna razón, nuestra natural tendencia es abordar nuestro perfil desde lo que hemos logrado académicamente; nuestros estudios, post grados y cualquier estudio adicional que nos haga aparecer “más capaces”. Sin embargo, los seres humanos no somos lo que decimos que somos ni tampoco, nuestros títulos o post grados; lo realmente relevante a la hora de perfilarnos profesionalmente, son nuestros logros, vale decir, lo que hemos hecho y nuestros resultados.
Este simple principio marca tendencia en los países desarrollados en donde, lo que realmente importa a la hora de posicionarse profesionalmente, es ser capaz de relatar con precisión lo que hemos hecho y como eso ha aportado al logro de los distintos desafíos profesionales que nos ha tocado asumir.
En esa perspectiva, la palabra Resultado adquiere un relevancia crítica a la hora de posicionarnos. Resultado viene de lo que resulta y esto es producto de lo que hacemos. Con cada acción que uno realiza (o deja de realizar) genera un resultado y… si uno hace lo que siempre ha hecho, obtendrá siempre los mismos resultados.
Es por esto que no basta el conocimiento adquirido en nuestros ejercicios académicos, tampoco es suficiente nuestra capacidad de análisis ni nuestras habilidades relacionales, lo finalmente relevante es nuestra capacidad para tomar acción y lograr resultados.
Feliz semana para todos!