No es novedad el que las palabras signifiquen cosas distintas para cada uno, pero a la hora de definir el término Coaching, sin duda las interpretaciones son múltiples y diversas. Sin embargo mas allá de estas divergencias pareciera existir un denominador común en el imaginario de la gente; la idea de que con la ayuda de un Coach, podemos potenciar nuestras capacidades para lograr lo que deseamos en la Vida.
El término Coach nos recuerda inevitablemente el arquetipo del Entrenador de equipos americanos quién, a través de ciertas tácticas motivadoras empodera a los integrantes de su equipo para el logro del triunfo. Arenga energética y conversación movilizadora son las herramientas que este coach tradicional utiliza para el logro de sus propósitos.
Lo que observamos hoy en el mundo del Coaching, no está tan alejado de lo que vemos en estos clásicos entrenadores deportivos:
Una conversación poderosa basada fundamentalmente en preguntas que, al ir apareciendo desde la intuición del Coach, van abriendo posibilidades y formas del ver el mundo en quien se somete a esta experiencia. La efectividad del Coach dependerá por lo tanto, del nivel de intuición, escucha sistémica y por lo tanto, de la forma en que las preguntas van apareciendo en la conversación, generando un creciente “darse cuenta”, un cambio de “observador” y lo mas relevante, cambios en los resultados que el consultante genera en su vida.
Estas consideraciones sean quizás, los aspectos relevantes a considerar a la hora de contratar a un profesional para desatar nudos mentales y emocionales que a todos los seres humanos, en mayor o menor grado, nos acompañan en nuestra vida.