Vivimos épocas restrictivas. Períodos en los cuales vemos con desazón que nuestros costos suben, que los ingresos disminuyen y nuestra moral se resiente. Hemos declarado que estamos en épocas complicadas y nuestros colaboradores nos creen. Hemos caído en la trampa del contagio negativo y créanme, nos costará mucho salir de ahí, alargando de manera innecesaria a veces, la depresión colectiva que implica asumir que tendremos que “sobrevivir” en un ambiente hostil y antiexpansivo.
Frente a estos entornos complejos la pregunta que debemos hacernos es “que de diferente podemos comenzar a realizar a partir de ahora para obtener al menos los mismos resultados de antes”. Esta pregunta requiere de un esfuerzo mental para pensar “fuera de la caja”, ser capaces de vernos desde fuera y desde esa perspectiva definir con creatividad y convicción las nuevas estrategias a seguir para alcanzar los resultados que se esperan de nosotros.
Navegar en aguas turbulentas es un Arte. Sin embargo cuando nuestro Puerto de llegada lo tenemos nítido en nuestra mente, nuestros marineros son los adecuados y nuestra embarcación es lo suficientemente sólida para navegar en aguas amenazantes, sin duda podremos reinventarnos, redefinir, rehacer sin perder ni un solo instante de vista, el resultado u objetivo a lograr.
Se me viene al recuerdo una conversación que tuve hace muchos años con una conocida empresaria chilena; ella con muy pocos estudios y sin jamás haber pisado una universidad había logrado consolidar una cadena de restaurantes muy conocida por todos los chilenos. En plena crisis ella decidió invertir en una discoteca aledaña a uno de sus restaurantes y le preguntaba de su decisión de invertir en períodos de crisis y ella me respondía: “yo no se lo que son las crisis, yo lo único que se es que hay periodos en los cuales uno tiene que trabajar más para generar los resultados y este, es uno de esos períodos”.