En alguna oportunidad escuché de boca de un campesino la expresión que titula este artículo y decidí usarla asumiendo vuestro permiso.
Desde hace ya varios años hemos venido acunando en el mundo de las organizaciones, la sugerente idea de que las personas son el activo mas valioso y que sin ellas, sería muy difícil por no decir imposible, cumplir con nuestros propósitos y nuestras metas.
El esfuerzo por auto convencerse es tal, que normalmente encontramos en nuestras declaraciones de valores, la clásicas frases que rinden homenaje al supuesto genuino interés por los seres humanos. Es así como es muy común escuchar expresiones tales como “las personas están al centro de nuestra gestión”, “la seguridad es lo primero”, “el respeto por el otro es un valor intransable”, etc.
Con el devenir del tiempo las áreas de “personal” han cambiado su nominación a “Recursos Humanos” y en muchos casos y a regañadientes, han adquirido el estatus de Gerencia dejando atrás la clásica dependencia de las áreas de Administración Y Finanzas. Podemos intuir en esto que hay sin duda una evolución, al menos en la intención.
Para avanzar aún mas, hoy es muy común comenzar a ver renovadas Gerencias de personas como un intento inútil de evolucionar hacia una mirada mas humana del Management encontrando en un número no menor de empresas, fugaces intentos por instalar las emergentes áreas de Felicidad, dirigidas en muchos casos por ilusionados directivos que chocan con la dura realidad de lidiar con el tristemente célebre paradigma patriarcal y Tayloriano, que sigue sintiendo “en el fondo”, que las personas son solamente un recurso mas que, al final de cuentas y en momentos de crisis, aparecen en las fatídicas listas de despidos pues en la hora de la verdad, son siempre descartables.
Hoy vivimos un momento de fuerte contracción en donde, y particularmente en el mundo minero, se ha tenido que “lamentablemente y muy a pesar de las compañías”, reducir las dotaciones para poder “sobrevivir” en momentos de extrema turbulencia. ¿Desde que paradigmas estamos tomando estas determinaciones, cuando paradojalmente las claves para ser mas productivos, mas innovadores y mas efectivos están en las personas? Es necesario impactar en los KPI´s más que nunca, ¿pero como lo logramos si no hacemos un cambio en las creencias, practicas y rutinas de quienes son los principales protagonistas de los resultados?
Vemos a las áreas de “Personas” con los presupuestos, para actuar con la gente, cercanos a cero porque “en el fondo”, sencillamente no creemos en la gente ni en sus potenciales. “Ya vendrán mejores tiempos para dedicar recursos a los cursos” me comentaba hace algunos días un directivo de una importante compañía en Chile. “Con suerte hacemos actividades técnicas que apunten a la producción”, me comentaba otro y por supuesto, los que van quedando, trabajan en el miedo y la incertidumbre, dando rienda suelta al desanimo y la inefectividad; mientras tanto, silenciosos permanecen ancladas a las paredes de las oficinas gerenciales, las viejas declaraciones que en algún ejercicio estratégico aparecieron como un ejercicio obligado: las personas son la mas importante.
Cuanto nos falta avanzar para poder entender el tremendo potencial de un ser humano para entregar su energía cuando el compromiso y el involucramiento están presente. Hoy en general, estamos practicando en toda su magnitud la inconsecuencia frente a lo que decimos son nuestras convicciones pero en que realidad, están muy alejadas de nuestros mas honestos sentires. Me disculparán por el título de este artículo, pero no encontré mejor expresión que esta para manifestar mi sentir frente a esta incongruencia por lo tanto, tal como lo expresaba mi amigo campesino, “no va el pulso con la orina”
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